El octavo giro: ¡yo como pinocho!
El octavo giro. Tal vez, esa historia coercitiva psicológica infantil no sea del todo falsa como lo son mis besos, quizás lo sea ficticia como lo son mis miedos, de pronto no sea más que un certero trazo de lo que alguien banal, carnal e incisivo involescente entre fraccionado y polifacetizado a voluntad ajena, es… Pero quiero que, si por azar existencial parezca, se cumpla a cabalidad, ahora bien, ¿dónde está el hada? ¿Dónde están los privilegios o favores de decir esa estúpida verdad? Quizás convenga hacerse ahora la pregunta ¿qué es verdad, cierto o real? Vagamente digo, y puedo decirlo, que ninguna es inherente a mi y no recuerdo, aunque no es mi virtud hacerlo, un solo momento que posea trazas de ellas, ¡en mi, todo es mundano! Propuse alguna vez, "verdad es todo aquello que se cree" y hoy no estoy seguro de ello. ¿Es verdad lo que sentimos? ¡No lo se! ¿Recuerdan el tan conocido cliché "te amaré toda mi vida y más allá de ella"? Si es verdad o si fuese