Al final, ¡siempre te prefiero a ti!
Ya las luces de la ciudad brillan en las húmedas calles que ignoran las estrellas, del frío resguardo la piel que desde que te sintió a ti pertenece, de la mirada del ajeno ya no debo esquivar la mía pues para mi es la noche ausente de otro que como yo no concilie el sueño, ya puedo suspirar propia y libremente sin que odio alguno se cruce desganadamente sus pasos frente a los míos, ya salvo de los gatos, la oscuridad es mía. Luego de luchar contra viento y marea por tu amor, esquivar la afrenta de quienes odian vernos felices, batirse entre lo correcto y lo real, escabullirme entre tus temores y las sombras para tener tu pasión, caminar imaginando tu mano, rogar por superar tu malgenio, perseguir tu mirada, beber del café oscuro que brilla como tus pupilas, suspirar por tu nombre una y otra vez, luego de sentirte mía, de ocuparme de tu felicidad, de huir del bullicio de la inmensa soledad de estar con personas vacías, de buscarte en rincones donde la locura nunca llegó, de nombr