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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Al final, ¡siempre te prefiero a ti!

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Ya las luces de la ciudad brillan en las húmedas calles que ignoran las estrellas, del frío resguardo la piel que desde que te sintió a ti pertenece, de la mirada del ajeno ya no debo esquivar la mía pues para mi es la noche ausente de otro que como yo no concilie el sueño, ya puedo suspirar propia y libremente sin que odio alguno se cruce desganadamente sus pasos frente a los míos, ya salvo de los gatos, la oscuridad es mía. Luego de luchar contra viento y marea por tu amor, esquivar la afrenta de quienes odian vernos felices, batirse entre lo correcto y lo real, escabullirme entre tus temores y las sombras para tener tu pasión, caminar imaginando tu mano, rogar por superar tu malgenio, perseguir tu mirada, beber del café oscuro que brilla como tus pupilas, suspirar por tu nombre una y otra vez, luego de sentirte mía, de ocuparme de tu felicidad, de huir del bullicio de la inmensa soledad de estar con personas vacías, de buscarte en rincones donde la locura nunca llegó, de nombr

Del albedrío y lo determinístico.

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¿En el transcurso de nuestras vidas nos convertimos en seres libres o por el contrario simplemente cumplimos un destino? So pena del anhelo humano de ser libre, de tomar en rienda propia su desarrollo de vida, el humano se ha visto enfrentado a cuestionamientos contradictorios como lo acusan los relacionados con los pertinentes de su libertad y alcance e injerencia en su vida misma. Ha de sentirse dueño de su propia vida pero le condena a lineamientos deterministicos a fin de explicar incluso su propia impotencia de transformarla. Cada individuo nace a la sociedad en idílica igualdad condiciones y por ello lo que trascienda en sí, hace parte de su injerencia sobre ésta, de la transformación que a voluntad tuvo de lograr. Sin embargo, la sombra del determinismo, que raya entre lo mítico y lo reducidamente tácito y biológico, confunde la idea del humano libre que actúa autónomo a su voluntad e intensión. El determinismo entonces, reduce el espectro de libertad del humano y le li

Al igual que Hefesto.

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Al igual que en Hefesto, la imaginación que crea tecnología surge de la frustración, en su caso a la propia del desprecio y en mi caso es el tuyo quien crea mi mundo de felicidad ajeno a tu voluntad. Lanzado por más días que aquel ordenado dios, con igual desagrado físico que él mismo y con mayor maquiavélico resentimiento he degustado de la hiel del desprecio y saciado mis mejillas con aquellas de dolor lágrimas sangrientas que tu nombre ha sabido instaurar en la fuente infinitamente provista del sentir. No fue culpa mía no ostentar los rasgos sutiles que tu majestuosidad demandaba, no pedí portar aquella belleza que se me negó a mi desfortunio y que tanto anhelabas en tu súbdito dependiente, más aún, fue tu misma actitud mezquina la que forjó en mi mirada el dolor del hedor de lo superfluo, fue tu despiadado desprecio quien deformó la multicolor y florida pradera de perfumes y cánticos en ricos fríos grises y empinados donde sólo el eco del lamento es acogido. Tuve tiempo

De la dignidad humana.

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¿En que se fundamenta la dignidad humana? Lo digno de lo humano, aquellas cualidades que categorías al ser humano han sido difíciles de definir, en parte porque ningún humano puede caracterizarse o a otros sin ser juez y parte de tal juzgamiento. La dignidad humana es una construcción social que versa en platónicos anhelos anhelos de igualdad y condiciones mínimas que permitan la realización de cada individuo como persona. La Dignidad entonces se fundamenta en aquellos mínimos a los que la persona se aferra en defensa de su condición humana, mínimas condiciones de trato, oportunidades y respeto para con sigo mismo, a la dignidad se apela cuando, ajena a la justicia, las circunstancias deben delimitarse en cuidado de aquellos valores humanos que constituyen el desarrollo social de un individuo. ¿Por qué se dice que la dignidad humana comienza en el conocimiento de nosotros mismos? El autoconocimiento permite reconocer en las situaciones aquellos mínimos que deben salvarse

La certeza.

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De lo único que tengo certeza, es de lo que no podrá ser: Envejecer a tu lado, por ejemplo. Ver los años fijos en tu piel y no en tu mirada, es otra. Los hijos que de tu vientre no vendrán y a mi sus quejas y reproches cuando con razón les obligues. La lluvia en la ventana, el aroma de tu placer, el rocío en la flor de mi tumba cuando tus lágrimas le dejen. El color a felicidad de la sonrisa de tus aciertos y el estremecedor embate de furia cuando tu deseo no fue el mio. No podrán ser las miradas de consuelo cuando pida perdón por mis errores, no serán mis torpes intentos por volver a ganar tu amor, jamás serán las coloridas tardes en donde de tu mano los pasos tenían sabor a caramelo y el aire escurría cantos de felicidad sin razón. No serán los vocablos armados sin reglas semánticas para describir el inocente lenguaje de un niño, no será tampoco la tira de tela digna de humanidad. Jamás pudieron ser los sueños, planes, anhelos, suspiros y ansias que solo tu nomb

El tiempo no es medible cuando mis dedos gotean de ti!

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El tiempo es una percepción personal, que colectivamente se categoría y mide en escalas acordes a la simpleza humana. Por fortuna, uno de mis dioses, explicó a genios y deslumbró a necios la relatividad de a algunas variables entre otras el tiempo. Éste es una variable muy compleja de comprender a profundidad y a mi favor aclaman que el tiempo a tu lado se complejiza hasta ámbitos supranaturales. Ya luego de tantos meses a tu lado, impercibidos por ambos y extraños, parece inverosímil que nuestros genios puedan mostrarse con tal genialidad. Podría cuantificar cada segundo de felicidad que me has dado pero eso sería reducirlo a la simpleza variacional, me conviene más contarlos en cantidad se suspiros, orgasmos y gemidos, travesuras e irracionalidad de actos cometidos a drede de manera libre y espontánea. Conviene más establecer aquella línea temporal en locuras y travesuras, mágicos placeres que he descubierto y hecho realidad en tu piel, en el seno de placer. Para muchos nuestro