HellMindMcQ

El físico: el canto de las sirenas. Muchos marinos jamás tocarán tierra, cuando por ignorancia y confianza se dejan seducir del canto de las sirenas. Cuentan que el canto de las sirenas tiene un poder totalmente seductor, sale desde lo más profundo de su corazón y según cuentan es la melodía más bella jamás escuchada, pero las sirenas la usan para fines muy oscuros, ellas ahogan a los hombres que enamoran bajo el hechizo de su canto. Ninguna diferencia tiene un cuerpo seductor contoneándose en una mujer sin principios y mezquina, ventajosa y aprovechada, facilita y sin la más mínima bondad y veracidad. Un cuerpo atractivo es mágico hechizo para un hombre que no ha probado el amor verdadero, para alguno que confía en que todos son buenos, es una manera fácil de escalar la cima, es una forma de esclavizar y aprovecharse del ingenuo que busca en su pareja tan solo placer y se cega respecto a las verdaderas intenciones de una manipuladora. Algunos, atribuyen a la belleza princ

No mienten mis letras en tu nombre, no miente el brillo de mi mirada al posarse en tu sonrisa, no mienten mis labios que sucumben a los tuyos, no miente mi latido cuando tu piel se acerca. Pocas certezas brinda el mundo, engaño tras otro, de penas se llenan mis lágrimas viendo el tiempo correr hajando la piel seca que apenas si esperanzas tenía de volver a sentir pasión aquella que reviva su ser. Poco tardaron tus miradas en cruzarse con las mías y sincrónicos deseos reverberantes entre ropa y piel acusaron nuestras frases el interés de envolvernos como el perfume de aquellas flores con el aroma de tu cabello. Acércome a tus botones que pierden ojal y prudencia y mis dedos y labios se conjugan por tu ser, bajo el lente inquisitor de la moral le enfrento al tomarte entre metales y concretos, absortos de quienes aguardan nuestra voz nos comunicamos sin palabra alguna, solo entre beso y caricia, suspiro y gemir. En tan sólo ráfagas mis labios mapean los tuyos y tu latir, en tan solo impre

Ella sonriente se abrazaba a su dorso con el brillo en la mirada que al ocaso le fascinaba ver. Él en su rumbo no dejaba de contemplarle con la inteligible mirada que solo ellos sabían reconocer en el otro. Ellos unidos uno al otro sentían en su sonrisa el tibio atardecer que pocos contemplan en rojos y violetas que enmudecen las hojas de los árboles que se desnudan en otoño. Los otros les circundan a doquier, les miran sin verlos y cuestionan sin autoridad el inequívoco y unísono latir de sus pasiones, así bien ignoran que sin pensar en menos que las más apasionadas fantasías convergen a sus pieles los besos y caricias de los amantes que ajenos a los segundos desgastan los labios en inmaculados sentimientos y profundas sensaciones que no todos pueden contener. Ninguno de llos presentes notó aquella tarde que caía en la fusión con las cimas de las montañas bañaba en pasión el beso de aquellos amantes, llenaba de ocre el brillo de la piel que apenas daba espacio al aire entre ellos y ll