La regurgitación romántica, un suicidio amoroso ...
De manera piadosa, hincada ante el falo, devota de sus alcances y presta a su engullir, la fémina prepara su ritual, religiosamente y con el pulcro de su mayor matar desata y retira las prendas que cubren el miembro que en sus ojos de princesa disfruta tanto tener.
Su inocencia no da pie al creer que disfruta de tal imagen, no revela su gusto al espeso placer que tanto disfruta sentir gotear en su rostro,salpicar en su pecho y llevarlo de nuevo al placer de su lengua con ayuda de sus ya húmedos dedos.
Ansiosa por tener a su alcance el falo por el que antes mordía sus labios se apresta a tomarle para si, su puño derecho le toma y su izquierdo recorre como quitando el velo mágico que en su superstición le otorgaba. Recorrido que continúa entre su pecho y libera su vientre de temores aumentando la separación del apoyo en sus rodillas.
Medio abierta su boca, guía la punta de su lengua desde el extremo superior del afortunado glande, delineando sutilmente la vascular línea dorsal de aquel falo de su devoción hasta llegar a su raíz, recorrido que repite con la delicada calidez de aquella inocente y fiel devota celestial. Con sus labios recorre cada lateral de la circunferencia, lado y lado recogiendo la humedad de que si sed de pasión deja a cada degustar, brillan falo y labios casi tanto como la mirada de satisfacción de sentirle a boca llena el manipular de aquellas pasiones.
Orienta el puño en dirección a la profunda divinidad del abrigo de aquella garganta que canta con toda felicidad el placer de ahogarla con tan rígidos placeres. Rozan labios, dientes, paladar en su orden hasta contener la respiración de aquella garganta colme de satisfacción, saltan los ojos y el brillo en ellos al no poder pronunciar sonido entendible, se marcan ahorita y yugular tras la presión del afecto corpóreo que intenta contener tales pasiones.
(construcción)
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