El sol, aquel bufón que bien sabe humillarme.


Algunos amaneceres están llenos de una luz mágica, de esa que no sólo tibia sino que invita a sonreír, que invita a abrazar.
algunas veces el Sol envuelve la piel de manera diferente. Para mi es apoteósico disfrutar de aquel sol travieso y pasional, aquel sol que transmite felicidad e irradia el deseo que acumulo por ti bajo mi piel e intenta escapar por mis dedos o con ayuda de estos, para mi es idílico disfrutar de aquel los rayos de sol que filtra el rocío del alba luego de que con toda la cautela se escabulle en tu habitación y alcanza a cubrir lo que más he anhelado... Tu piel, mientras duermes.
El sol, aquel bufón que bien sabe humillarme, que se nutre de la agonía de la ausencia de tu distante piel, me cubre con el mismo rayo con el que te recorre sobre la piel que tus mantas no contienen, que marcan de caramelo las formas que todos admiramos y algunas veces aquellas que hasta él rompe en euforia de poderlas alcanzar.
Mirar el sol con su burla es más doloroso que esta ausencia, aunque me recuerda el brillo intenso de tu mirada y los destellos de picardía que tu sonrisa devela, aquella mágica perversión de tu inocencia trémula, aquella que tus años no saben disimular, aquella de la que se nutren mis fantasías… mirar el sol es evidenciar la envidia que le tengo porque el libre y discrecionalmente puede alcanzar tu piel y aunque se mide de mi acudo a la esperanza de algún día, alguna noche poder recorrerte son el afán de lo oculto, con la indiscreción de mis pasiones a tu ser.

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