El sendero en el césped: II.
Aquella tarde tu mirada me dio por fin la indicada señal, me guías te de tu mano hasta aquel prado decorado con verdes pinos y flores silvestres con aroma solo mejorado por el de tus ansias. seguí tus pasos con intenciones de alcanzarte y para que no fallara dejaste mi anhelada instrucción, tu ropa formando un sendero en el césped, queda con la intención de que te hallase esperando por mi. Por fin te alcanzo y confieso que como en mis sueños el sabor de tu piel es majestuosa, de allí despierto con el placer firme y húmedo del recuerdo de haberte tenido. Despierto sin querer hacerlo, me acuso de que no solo en mis sueños adoro el placer de tus suspiros y de tu gemir. Ahora te tengo, te sostengo entre mis brazos, en medio del bosque, sobre el césped y no comparo felicidad alguna con la de recorrerte, las estrellas que apenas se asoman me han escuchado tantas veces como la luna misma, no les preguntes cuánto les hablo de ti, te pueden sonrojar cuántos anhelos me han escuchado