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Mostrando entradas de agosto, 2017

Cartas a las cosas: Ocaso. (Idea tomada de Collateral Beauty, 2016)

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Dicen los ocasos que sin falta me ven suspirar por el sabor de tu piel. Digo por si acaso, que nunca piernas más bellas me han abrazado! Fuego denso en las nubes a cada ocaso, como mi pecho arde lo haces tu, ocaso, por sus labios, mi deseo. Cada ráfaga de su mirada resuena en rojizos fuego eco entre nubes sonrojada de placer y agitadas como la mía respiración, devoto de su sabor y adicto al aroma de su piel, seguidor ciego de sus pasos y obedientes servidores mis dedos de su ansiedad. Te busco ocaso desde que en el brillo de su mirada desnuda y ajena al follaje que le rodeó aquella tarde noche en que se nos olvidaron compromisos y pudores disfruté. Algunas lunas te recrean eclipsadas no por más que la indómita belleza de su ser y son ellas testigo tras tu contemplación de sus palabras susurrado a mi pecho y las mías a su vientre. Ocaso, eres si acaso el espejo de su recuerdo. Sois quien guarda sigiloso los suspiros que ella roba de mi latir a cada pálpito de mi amor. sois lienzo en el

Toda tuya, como las sonrisas que me robas.

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-- La piel no es como la tierra, apropiada en conquista por quien le pisa y descubre, de quien le baña en lágrimas propias y le daña en afán de usurpar sus recónditos manantiales ocultos bajo faldas traviesas y entre valles planos colindantes entre aquellos pies de monte que ocultan fuego profundo y mar de lava ardiente entre su ser . Los besos son como mariposas, que se posan sobre cada bella flor multicolor y rebozantes de néctar. frágiles y sutiles, delicadeza que les decora etre la belleza de lo puro del sentimiento, alas suaves y susurran es que les llenan de libertas cuando son sinceros y vívidos cuando sobre primavera se regocija en la piel del ser amado. No son de manera alguna presos de nombres y compromisos, de celos y palabras que mueren antes de nacer por las restricciones de la moral y el nombre, la propiedad discursiva del compromiso y el que decir de los socialmente deseables dignos, que sin ser inmaculados señalan los pecados de aquellos fieles a su latir.  La mir