Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2016

Princesa, puta y esclava

Imagen
Brilla el alba en el rocío gotean te de mis dedos, aquellos a cuyo sabor soy adicto cuando tibios provienen de ti. Ocres, pardos y brillantes púrpura y fuego invaden la ventana y alcanzan tus recogidos mantos noctámbulos que han dejado al descubierto la canela piel que horas antes fundan en sudor y espesas pasiones mías el fuego de la lujuria y la inmesurable explosión de amor y carne que tu deseo afana, aquel revelado en el babear de tus labios y la ausencia de la barrera que la moral y el inoficioso pudor impone a tu piel. Despiertas en medio de mis labios los húmedos tuyos delimitados con tus rodillas, despiertas ya presa de aquellas gotas de placer que mi lengua extrae de tu fascinación por el idilio prohibido que noche a noche posible haces con la irreverencia propia de tu excitación y lo falto de razón de aquel acto de fuga que tu ventana propicia. -Buenos días amor de mi corazón- susurro a tu oído con mis labios húmedos de tu ser, - princesa de mis gobiernos y fantasía de

Del barro eres, y ¡Al barro volverás!

Imagen
Se alejan de la vista pública con el objeto de verse, se aíslan de sus queridos para amarse, niegan la mano del que acompaña el camino para tomar el cuerpo de aquel que la distancia latente en pasión afana. Olvidan los cánones salubres para entregarse en medio del fango, revueltas las pieles húmedas en hojas secas y labios tibios con besos represados en sus otros. Alguna vana leyenda reza que del barro use proviene y a éste se vuelve luego de vivir, y quizás aquí convenga aclarar algunos detalles acerca de provenir y volver luego de vivir. Provenir del barro es aceptar que todos, incluso aquellos que leen estas letras buen sea por mórbida persecución o antojo hemos sido provistos de las mismas necesidades y pasiones que de manera libremente determinada emergen para todos por igual en el conocimiento de nosotros mismos y las emergencias emocionales de cada uno. Volver a la esencia constituyente, el barro, luego de vivir, de errar, de equivocarse, de probar la sal de las lágrimas que

Ceño fruncido, marcas en la piel del alma...

Imagen
Su ceño se pliega cuando en su presencia se cuestiona el proceder del corazón… Fascinante brillo en sus ojos delatan el mágico placer de conocer lo que la ignorancia enmascara tras los mudos llamados de afecto que alguna pregunta inocente cortésmente formulada como mediación es traída al caso. Fascinante porque al reconocer la inocencia de su vacío vacila ante prever mi respuesta. Alguna vez cuestionábaseme la preferencia por el rugby,deporte centenario, al que profeso mi segunda mayor devoción y fidelidad. Este deporte, surge como un acto subversivo de participación de un espectador excluido de su práctica al que premia con la liberación del apropiamiento temerario de un objeto motor del juego, un balón. Alguna de las historias rezan que el rugby se fecha en 1823, cuando definitivamente se separó del fútbol, aunque sus antecedentes históricos se remontan a la Grecia clásica, incluso los legionarios romanos jugaban al harpastum, un juego de adiestramiento para los soldados en el

Que no sea tu espejo el único testigo...

Imagen
Que no sea tu espejo el único de testigo de aquellas tardes en las que tu piel pierde el su pudor y se vence ante la humedad que en la mañana nutrió mis dedos. Aun pareces aquella tímida y sensible niña que me mira atenta cuando exploro el mundo que le rodea, aún tenue están los rastros de tu condición ingenua ante el descubrimiento de nuevas pasiones… aún, aún estoy sediento por el juego cruel que ordena la norma y sabes vencer de manera temeraria y siniestra. El vuelo de tu falda alcanzan mis fantasías erguidas en lo alto de mi anhelo, giras de manera caso descarada hasta descubrir aquellos secretos que se me niegan pero que son constantes en aquellos sueños que recreo con mis dedos en mi privacidad, como aquella Lolita que sabe manejar sus tiernas formas para doblegar la razón y la moral, lo haces con tal gracias que disfrutarlas me es obligado, por resistir estoy vencido antes aquellas travesuras que has de cometer con la intención de acabar con mis rezagos de razón. Son me

¡Aquellos demonios que mi poesía poseía!

Imagen
Veo en tus ojos aquel brillo de una estrella fugaz… solitario destello capaz de tornar una fría noche en una mágica velada contemplando tu latir… Algunas historias de magos y hechiceros rondan los restos de brasas que el aire libera de la fogata que nos acoge, varitas mágicas y conjuros, luces y fuego, destellos y ecos abundan por doquier, seres míticos con cualidades envidiables por la humanidad, cosmogonía divina. De verdad... De verdad me encantaría que esa magia fuera real: A veces me quedo pensando en cuánto los envidio... Rodeados de criaturas tan extrañas y no temerles, aveces yo temo hasta a mi espejo, Aveces tantos fracasos llenan de ira mi mirada... Aveces el corazón no quiere sentir más... Aveces... Solo aveces Si, aveces en esas veces donde el tiempo corre... Porque en la pausa de un suspiro soy pleno… En un suspiro, en el que Se nos va la vida, sin importar que me siento vivo solo gracias a ellos.  Un suspiro es como soltar el aire que hace tiempo nos pesaba adentro,

Ambrosía.

Imagen
Son tus formas bañadas por el dorado manto del ocaso cuales contemplo con tal fascinación que parecen los segundos pausas en la vida... Los suspiros con tu nombre, ambrosía!

¡Nueve meses en el regazo del paraíso!

Imagen
Pocas fechas estremecen cada rincón del eco de mi felicidad como aquella que marca nueve de los meses más plenos en mi existir, nueve meses de eterna felicidad, nueve cortos meses que vuelan desde aquella noche en que tus labios me mostraron la verdadera pasión que toda una vida carecí. El calendario se disuelve entre suspiros que acuden a tus sombras, a tus rincones… a tu aroma. Asigno a cada estrella un suspiro, de aquellos que acostumbras producir en mí con aquella sonrisa inocente y aquel brillo en la mirada que cautiva y doblega mi ser, sin embargo son tan pocas las estrellas para ello que he de posarlos en tu piel, ardiendo cada uno da cuentas mi pasión, se escabullen bajo tu ropa como aquellos exploradores del cielo, anhelante y fascinados con cada forma indómita de tu ser. No hay en el universo entero podría encontrar metáfora que ayuda a tu belleza, a la magia de tu sonrisa, a la cautivante mirada y mucho menos habrá estrella con más fuego que tu propia pasión, de la que

Alejarse para estar más cerca.

Imagen
Alejarse para estar más cerca. En medio de la paradigmática ruta del tiempo en mi existir, una divergencia ha colmado de suspiros aquella sonrisa que solía prepararse para días festivos y le ha traído al cotidiano tedio un respiro en mi razonar. Solía dormir hasta tarde y pasar noches anhelando rayos de luna para que aquellas letras que develan las noctilucentes formas en la pálida brisa decorada con sonidos de aquellos solitarios que por pareja llaman el vacío inhóspito que contiene su piel, a razón quizás, plácido disfruto de sus llamados y lamentos. Discuto mucho la dicotomía avasalladora establecida entre fracasos y aciertos, ya que cada fracaso es un acierto para quien no culpa lo divino de la ignorancia propia, y cada acierto trasciende en un simple fracaso al Menguar la euforia de su intención. Acojo mejor la idea griega de crisis, en donde su literalidad acude a la ruptura o separación, en fin, toma de decisión frente a un evento objeto de análisis. Esta crisis

¡No siempre el frío del metal lo es! Una fantasía odonto-ilógica.

Imagen
¡No siempre el frío del metal lo es! Una fantasía odonto-ilógica. Puede parecer extracto de Donatien Alphonse François de Sade, aquel inquieto temerario que plasma en letras el placer del sufrir. Parece aberración y herejía aquella fascinación por la linealidad forzosa de tu sonrisa, delimitada en frío metal, hiriente y punzante. Tu edad obliga la corrección de la línea que guía tu sonrisa y la huella que anhelo en mi piel. A pesar de tener más dientes que años de edad y muchas más fantasías que pecados, fijas la mayor y mórbida perversión en mis anhelos. Llegas con aquella nueva en construcción sonrisa y saludas con desdén y forzosa comodidad a razón de aquellas heridas que el metal que obliga tu corrección infringe aunque no tan lacerante como aquellos sueños olvidados que algunos otros dedos no te han sabido dar. Cada recuadro en tus dientes empujan el orden de tu sonrisa contra de aquella neuralgia e inapetencia que conduce aquella intervención, pero no lo hace con may