Princesa, puta y esclava
Brilla el alba en el rocío gotean te de mis dedos, aquellos a cuyo sabor soy adicto cuando tibios provienen de ti. Ocres, pardos y brillantes púrpura y fuego invaden la ventana y alcanzan tus recogidos mantos noctámbulos que han dejado al descubierto la canela piel que horas antes fundan en sudor y espesas pasiones mías el fuego de la lujuria y la inmesurable explosión de amor y carne que tu deseo afana, aquel revelado en el babear de tus labios y la ausencia de la barrera que la moral y el inoficioso pudor impone a tu piel. Despiertas en medio de mis labios los húmedos tuyos delimitados con tus rodillas, despiertas ya presa de aquellas gotas de placer que mi lengua extrae de tu fascinación por el idilio prohibido que noche a noche posible haces con la irreverencia propia de tu excitación y lo falto de razón de aquel acto de fuga que tu ventana propicia. -Buenos días amor de mi corazón- susurro a tu oído con mis labios húmedos de tu ser, - princesa de mis gobiernos y fantasía de