Del barro eres, y ¡Al barro volverás!

Se alejan de la vista pública con el objeto de verse, se aíslan de sus queridos para amarse, niegan la mano del que acompaña el camino para tomar el cuerpo de aquel que la distancia latente en pasión afana. Olvidan los cánones salubres para entregarse en medio del fango, revueltas las pieles húmedas en hojas secas y labios tibios con besos represados en sus otros.
Alguna vana leyenda reza que del barro use proviene y a éste se vuelve luego de vivir, y quizás aquí convenga aclarar algunos detalles acerca de provenir y volver luego de vivir.
Provenir del barro es aceptar que todos, incluso aquellos que leen estas letras buen sea por mórbida persecución o antojo hemos sido provistos de las mismas necesidades y pasiones que de manera libremente determinada emergen para todos por igual en el conocimiento de nosotros mismos y las emergencias emocionales de cada uno.
Volver a la esencia constituyente, el barro, luego de vivir, de errar, de equivocarse, de probar la sal de las lágrimas que empañan la mirada de hipócrita felicidad que obliga la cordura. Volver son remedio, con pena o gloria, no cuenta como retroceso sonó en el siguiente paso obligado a toda experiencia de vivir, luego de saciado de experiencia redescubrir la esencia y conformación del ser que explica la motivación de aquellos majestuosos errores que nutren el existir.
Reza entonces aquella leyenda que la relación del ser y su constituyente es determinadamente obligada para ver de frente la sonrisa de su felicidad. Algunos vuelven al barro luego de su experiencia de vida, otro lo hacemos para nutrirla en marcha. Algunos vuelven al barro a morir, algunos son enviados luego de morir y me atrevo a decir que otros lo hacen sin haber siquiera vivido. Por fortuna propia y a desgracia de aquellos moralistas persecutores, vuelvo al barro con mis dedos húmedos, vuelvo a la privacidad del génesis de aquellas pasiones neonatas y puras que suelen mezclar pieles, sudor y espesos sentimientos condensados desde tus labios hasta tus otros.

Se alejaron de la vista, del tacto, de la orden de quien noximorende aquellas pasiones que gobiernan la pasión para acercarse uno al otro, a ellos mismos, a la unicidad de la pareja, a la singularidad emocional y pasional de dos corazones amantes cuyo lecho marca la piel y aquellas prendas que antes usaban, fértiles pieles y terrenos abiertos en donde el sol es testigo de la pasión pura de dos amantes que deben evadir la moral del apellido y el nombre que no es más que letras, es testigo y participa de sombras y orillas que con formas de aquellos árboles que cubren el eco del gemir de dos en uno solo, formas de hojas en las espesas y sudorosas formas de tu juventud presa de la experiencia de mis ansias… 


Al barro vuelven para ser uno solo y que sus génesis se renueven en un sólo ser, inmersos ambos, uno solo en sus pasiones, necesitados de su fuego y custodios de su lujuria irracionalmente motivada, en el barro son y nacen, y al barro han de volver porque la recriminación social le invita, al negarle la libertad de sentir son reproche… sin castigo.

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