¡No siempre el frío del metal lo es! Una fantasía odonto-ilógica.

¡No siempre el frío del metal lo es! Una fantasía odonto-ilógica.

Puede parecer extracto de Donatien Alphonse François de Sade, aquel inquieto temerario que plasma en letras el placer del sufrir. Parece aberración y herejía aquella fascinación por la linealidad forzosa de tu sonrisa, delimitada en frío metal, hiriente y punzante.
Tu edad obliga la corrección de la línea que guía tu sonrisa y la huella que anhelo en mi piel.
A pesar de tener más dientes que años de edad y muchas más fantasías que pecados, fijas la mayor y mórbida perversión en mis anhelos.
Llegas con aquella nueva en construcción sonrisa y saludas con desdén y forzosa comodidad a razón de aquellas heridas que el metal que obliga tu corrección infringe aunque no tan lacerante como aquellos sueños olvidados que algunos otros dedos no te han sabido dar.
Cada recuadro en tus dientes empujan el orden de tu sonrisa contra de aquella neuralgia e inapetencia que conduce aquella intervención, pero no lo hace con mayor fuerza a tus deseos que usar tu nuevo encanto en aquella piel que ansía desde años atrás la tuya.
Provoca a mi ser ser herido por aquel frío metal, que brilla en cada mirada pícara cuando asisten tus dientes tus rojos y carnosos labios, incitan a vencer mi piel y que aquellas estructuras insensibles sobre tu dentadura pueda encallar bajo ésta.
Ya mis labios le sienten, frío metal que comienza a saberse tibio, ya alguna mella sabor sanguíneo percibo en mis labios y parece contradictorio el no querer detenerme aunque el dolor aflora.
Tanto placer causa tu sabor en mis labios que ya pierdo mi ropa con cada botón en tus dedos en busca de aquella firme protución futura víctima del metal húmedo, tibio y brillante de tu fascinación.
No son de metal, pero tus uñas ya atraviesan la brecha entre las células de mi piel, les agitas a tal afán que olvidas las capacidad de macerar de cada una. Creo que mi temor al dolor lo he perdido ya hace varias líneas, justo después de ver aquellas curvas perfectamente decoradas con las aureolas de las café claro cúspides de tu perfectamente simétrico pecho, círculos de encanto, carnosos y tibios, bañados en espesa pasión que perfilan el salto gravitatorio de cada fantasía hasta lo profundo de una incontenible pasión, bajo tu ferviente intención de desatar el fuego bajo aquella ropa interior que comienzas a perder.
El caramelo de tu piel no se lava en sudor sin intenciones, las tuyas, desatar anhelos y fuerzas inmesurables contra mi piel, rasgar con afán y con razón quilla que cubre la falta forma que oculta tu glotis, la intención mía, disfrutar de tal vejamen sin importar cuantas marcas han de quedar, sin negar que las anhelo porque sus cicatrices han te recordarme cómo ahora, al tomarle, mirar con fascinación y tras presionar tu misma tu majestuoso pecho le tomas, mi falo arde ante el ataque de tus seductoras uñas, gotas de saliva se escapan a aquellos carnosos labios bajo la intención déspota de aligerar el recorrer de las Palmas de tus suaves manos, tus labios contactan la represada sangre que ebulle gracias a ti sádica satisfacción de recibir la ofrenda mi dolor, dolor que disfruto, Como antes nunca.
Tus labios recorren la superficie marcadas ya por aquellas decoradas uñas mientras se llena tu boca y regocijas cada una de mis fantasías estremecidas por cada demonio de satisfaces con el húmedo y lacerante brillo del metal con el que violentas mis ansias y sacias mis fantasías. La secuencia desenfrenada y desesperada de tu salivar aviva mi latir hasta aferrarse a tu cabello con mayor fuerza que un niño a su juguete preferido recordando aquí que soy yo este juguete y tus dientes laminados en espinoso metal se aferran a mi con el deseo juvenil de quien obtiene su objeto de deseo.
Se enjugan tras tus labios pasiones, ansias, espesas pasiones, sanguíneas trazas y aquella anhelada saliva que aún saboreo tras los míos, palabras y suspiros escapan a tus llenos labios devotos de su contenido actual, sonidos que transcriben el sentir y necesidad de tu ser que aún ahogado y decora con fascinante y majestuosa melodía mi, conmocionado por tu garganta, ser.
Puntiagudas y lacerantes esquinas que atraviesan mi fálica piel, raza con tu movimiento de punta a raíz y es tu saliva la que encuentre cada herida u es tu glotis la que hace que todas éstas muten de dolor a placer, la presión de tus dientes en mi proyección de placer aumenta mi concentración sanguínea dentro de ti y doblega mi voluntad a tu placer, vence mi resistencia a la gravedad, cega mi mirada fija en tu mágico y enorme pecho al aire, contrae mis dedos en tu cabello y doblan raza agua vestigio de piel enredados en aquel metal que algunos creen frío y que hoy arde entre tu salivar espeso.
No sólo tus dientes y su metal comprimen y perforan mi piel dentro de ti, también aquellas uñas hacen lo propio con aquello testigos de mis actos, aquellos que estaban intactos en cada recuerdo solitario que llevaba tu nombre, disfrutas tanto como yo de cada recorrido de tus labios y de cada arqueo de tu ser tras tu propio abatir, el dolor si apenas se percibe, ya que sólo es un derroche de satisfacción en medio de mis maceración es guiadas por tus pasión, arde en mi cada trozo de metal y lo disfrutas a tal placer que busco a ciegas cada rincón en tu boca a fin de hallarles, con el que no te detengas en la tortura fascinante a la que me someten tu fetiche. Ágil y déspota, despiadada casi carnívora mujer, me envuelves con esa fascinación mórbida debindrirlngir tanto daño como placer, de tener potestad sobre la integridad de mi pasión y disfruto por completo el ser presa de este atroz abuso.
Ya tu saliva me baña y es tu incansable agitar la que libera la entrega de aquella pasión que baña el brillante metal de tu boca, aquellas heridas que este causó en mí valen cada una de sus cicatrices venideras, verte limpiar mi ser con tu boca y ésta con tu brazo impulsa el beso que sella mi fantasías, enjugado de ti y de mi, burbujas tibias como aquel metal llamado frío no había estado antes para mi. 

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