Del albedrío y lo determinístico.

¿En el transcurso de nuestras vidas nos convertimos en seres libres o por el contrario simplemente cumplimos un destino?

So pena del anhelo humano de ser libre, de tomar en rienda propia su desarrollo de vida, el humano se ha visto enfrentado a cuestionamientos contradictorios como lo acusan los relacionados con los pertinentes de su libertad y alcance e injerencia en su vida misma. Ha de sentirse dueño de su propia vida pero le condena a lineamientos deterministicos a fin de explicar incluso su propia impotencia de transformarla.
Cada individuo nace a la sociedad en idílica igualdad condiciones y por ello lo que trascienda en sí, hace parte de su injerencia sobre ésta, de la transformación que a voluntad tuvo de lograr. Sin embargo, la sombra del determinismo, que raya entre lo mítico y lo reducidamente tácito y biológico, confunde la idea del humano libre que actúa autónomo a su voluntad e intensión.
El determinismo entonces, reduce el espectro de libertad del humano y le limita o no marioneta de factores que conducen sus pasos vagamente considerados libres y obligándole a la ejecución sin remedio de su única opción o en otras palabras a aceptar su destino.
Aunque movido desde diferentes enfoques, el determinismo aclara en diferentes colores las razones por las cuales los actos han de suceder bajo la secuencia obligada de la condición que subyuga al humano. Bien sea bajo una explicación del determinismo biológico, económico, social moral, psicológico o incluso teológico, es el individuo producto de los factores que le hacen ser tal, producto de los alcances que le permita su contexto, es el producto de las condiciones que le limitan o proyectan, que le inhiben o gestan, es el fruto del cultivo de sus circunstancias. Ser libre es el anhelo de la humanidad, sin embargo incluso al buscarla se hace preso de sus anhelos, no somos entonces seres libres pues cada sentimiento y pensamiento obedece como reacción a cuanta interacción con el mundo hemos sido expuestos, estamos determinados en sentir, pensar y hacer u omitir, estamos cumpliendo con la determinación de cada acto como consecuencia de las interacciones propias y ajenas en nuestro contexto. Sin caer en la folclórica y el jolgorio pueblerino de un destino, son las condiciones propias de cada uno quienes determinan sus acciones, motivaciones, percepciones y demás en su vida.
Muchas culturas tienen diferentes expresiones para justificar tal determinismo, casos como la rueda del destino indú o incluso el mismo remedo del humano utópico que otros llaman dios son casos en los que irremediablemente el humano explica la ausencia de libertad de actuar o albedrío como algunos le llaman y muestra como la aleatoriedad de las decisiones individuales no son más que producto de experiencias determinadas y como producto no pueden ser más que actos determinados
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