La certeza.

De lo único que tengo certeza, es de lo que no podrá ser:
Envejecer a tu lado, por ejemplo.
Ver los años fijos en tu piel y no en tu mirada, es otra.
Los hijos que de tu vientre no vendrán y a mi sus quejas y reproches cuando con razón les obligues.
La lluvia en la ventana, el aroma de tu placer, el rocío en la flor de mi tumba cuando tus lágrimas le dejen.
El color a felicidad de la sonrisa de tus aciertos y el estremecedor embate de furia cuando tu deseo no fue el mio.
No podrán ser las miradas de consuelo cuando pida perdón por mis errores, no serán mis torpes intentos por volver a ganar tu amor, jamás serán las coloridas tardes en donde de tu mano los pasos tenían sabor a caramelo y el aire escurría cantos de felicidad sin razón.
No serán los vocablos armados sin reglas semánticas para describir el inocente lenguaje de un niño, no será tampoco la tira de tela digna de humanidad.
Jamás pudieron ser los sueños, planes, anhelos, suspiros y ansias que solo tu nombre provocaron… no serán ahora que tengo certeza de que no volverás.
Tengo entonces certeza de que no estaré jamás a tu lado, de que no seré feliz.

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