El sendero en el césped: I.


Aquella luna alcanza el césped con afán, persigue la huella de tus pasos, llena de rayos de cristal entre las hojas el bosque al que acudes, para posarse en tu piel mientras tu cuerpo danza. 

Se que la moral nos inhibe de cruzar nuestros deseos insaciables por los que nuestros labios sucumben a nuestros dientes. Sin embargo, no imaginas cuanto me gustas, Cuánto Revuelves mi mente en llamaradas de deseo, Cuánto fantaseo con el aroma de tu cabello y la suavidad de tu piel, Cuánto envidio al sol por cubrirte frente al aire y la mirada de quienes nos reprimen, así como cuánto afán tengo de vencerlo llegando hasta donde sé que él como yo anhela posarse.
Tu mirada de cuando en vez coincide con la mía, me muestra tras tus principios los anhelos de caer en medio de la fantasía de encontrarnos uno al otro sin que los compromisos y la moral estén presentes, tus labios anhelados, aún sin acercarme a ellos, desvive el alma mía por fundirse con la tuya sin importar que labios y besos coincidan a destiempo. 
Tu nombre y recato ralentiza mis actos, tiempo es quien dictaminará la mejor noche para escabullirse mis manos bajo tu ropa y aún más que ellas, pero también presente está que el tiempo que necesites para perder los estribos aguardaré, solo como amigo, simulando controlar mis anhelos de ti.
¡Tu mirada! Muestras en ella una pasión que me es fascinante, tu impecable forma de verte y de provocar pasiones en mi es infinita, la sensualidad de tus pasos hace que mis manos huyan de mí en busca de tu piel, con miras de vencer la cinta de tu pelo, la malla que cubre tu pecho latiendo, el pliegue de tu falda y el elástico de tu liguero…

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