Lo que no saben mis letras

Lo que no saben mis letras

mis letras no saben cómo emprender una cruzada sobre tu piel y ver la explosión de tus suspiros cuando tu ser se humedezca entre mis labios.
En medio del frío de niebla de tu ausencia no puedo sino mirar tus fotografías a la distancia, imaginando la estrategia de llegar a tu aroma, de vencer tus principios liberando los suspiros que a mi nombre se niegan, ideando cómo vencer la barrera de tu ropa.

Reconozco la frente de mis letras cuando acuden al prohibido placer de la humedad de tus labios, presos de tus piernas morales y del nombre del recato, soy consciente de la mirada que juzga a quienes aman sobre los años y roles, sobre los apellidos y las creencias, que juzga a quienes aman sin importar la legalidad de sus clandestinos encuentros. Soy leño que arde en el hielo del recato y derrite aquellos suspiros que guardas de los demás y descubres en tu intimidad, donde los que juzgan no cohiben tu placer.

Son desde mi destierro tus fotografías las únicas que acercan tu piel a mis pupilas y agitan mi ser en torno a cada curva que revelan las aunsencias del sol en el caramelo que recubre el atlas de tu ser. Son ellas secuencia de tus afanes por mis recuerdos, hasta pueden dar idea de la línea de tiempo y ciclos a los que nuestra atracción indebida nos arrastra entre oleajes de lujuria y ocultas mareas que negamos al resto de las personas.
He creado ya para ti palabras que revelan lo desesperado de mis actos por alcanzarte, por reposar sobre tu piel los besos huérfanos que se rehúsan a congelarse en el olvido que nunca seremos. por trascender del papel a tu piel mis letras desconocen el riesgo de declararte ante la luz del sol los remolinos de mis latidos, se niegan aún a resignar la derrota ante las bruscas barreras que a unir nuestros cuerpos se imponen, mis letras éstas son un conjuro al fuego que arde bajo tu piel y oculto en tu pecho, húmedo entre tu caminar y bajo la presión de tus dientes sobre tus labios, son mis letras evocación del riesgo que no solo una vez hemos tomado y son el grito que clama por tenerte de nuevo, una noche, un día cualquiera, donde tras las paredes arbóreas del afluente olvidado de rocas pálidas, nuestros cuerpos, ajenos de ropaje y entre un manto de estridentes suspiros se olvidan de lo prohibido y se entregan como tantas veces al amor de sentir y el placer de vivir.

Indebido lo se, imposible no es, allí estaré, aguardando depositar en tu piel mis besos y en tu ser mis espadas pasiones acabando la ausencia de tu recato manda y la ilegal distancia que quienes no aman imponen, allí estaré para ser uno en medio de ambos, para vivir en el filo del riesgo de muerte, para sentir en mis labios lo que tú lente me ofrenda, para amarte como a nadie más he hecho.


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