Toda tuya, como las sonrisas que me robas.

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La piel no es como la tierra, apropiada en conquista por quien le pisa y descubre, de quien le baña en lágrimas propias y le daña en afán de usurpar sus recónditos manantiales ocultos bajo faldas traviesas y entre valles planos colindantes entre aquellos pies de monte que ocultan fuego profundo y mar de lava ardiente entre su ser
.
Los besos son como mariposas, que se posan sobre cada bella flor multicolor y rebozantes de néctar. frágiles y sutiles, delicadeza que les decora etre la belleza de lo puro del sentimiento, alas suaves y susurran es que les llenan de libertas cuando son sinceros y vívidos cuando sobre primavera se regocija en la piel del ser amado. No son de manera alguna presos de nombres y compromisos, de celos y palabras que mueren antes de nacer por las restricciones de la moral y el nombre, la propiedad discursiva del compromiso y el que decir de los socialmente deseables dignos, que sin ser inmaculados señalan los pecados de aquellos fieles a su latir. 

La mirada no es como el aire, que circunda y trasciende bajo el manto del vestir del cuerpo deseado, ha tenido que ser reprimida entre tu y yo como el lente que registra cada encuentro incógnito e indómito para salvaguardar la tranquilidad de quienes mandan moral antes que amor. La mirada se hace entonces como el sol, amplio y solemne que se posa sobre el pasto cuando no logra besar tu piel. 

Las palabras no son ingenuas, sino calculadas, no son insensibles al latir de tu ser dentro de mi pecho, son en defecto la perfección de nuestro sentir que se hace cierto y pleno cuando a pesar de la distancia, a pesar de la imposibilidad tangencial de adorar te en cada noche me hacen saber de tus suspiros y en tus anhelos aquella frase que tanto mantiene viva en mi la llama de tu amor cuando no cesas de repetirme la frase más bella que he leído de tus labios: "Toda tuya, como las sonrisas que me robas"



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