el antiteo.

No soy ateo, soy antiteo porque en mi odio a él reconozco la existencia de aquella figura mitológica que se ha negado a mi dolor, a mi adolecer.

La existencia de dios, aquella construcción social que se fundamenta y justifica en aquellos momentos en los que la impotencia humana azota el razonar con la desesperanzadora visión de un devenir indómito e inmutable ante el deseo humano, ha sido uno de mis más grandes cuestionamientos. En diversos sentidos he orientado la búsqueda de indicios que me den la certeza de su existir, orientaciones radicales y mediadoras, positivas y negativas, racionales o no, se han paseado por mi pensamiento con deseos contrarios.
He variado de manera diversa y dinámica la concepción de un ser superior, desde la aceptación y entrega sumisa hasta la negación total y denuncia de la irrisoria razón de su existir y más de su necesidad sin olvidar la lucha bravía en contra de sus idiotizados defensores pasando por la aceptación de su existencia con el mas grande deseo de poder acercarme a él para así descargar sobre sí el más grande reclamo y sentimiento de ira y odio inmaculado por él, el que considero el ser más dañino en la historia de la humanidad, y no me refiero a los inmensurables daños que en el nombre de un dios se han cometido como la mutilación intelectual mandatoria por jerarcas religiosos, ni a la mengua poblacional que sus pujas infantiles por poder ha dejado tras intentar imponer un dios sobre otro como estrategia geopolítica, dependiendo la religión del lugar y de este las riquezas que se le explotan.
Dios ha sido la respuesta de quienes no pueden encontrar una explicación o para quienes no la entienden, estos idearon una arquitectura de poder y dominación mental inmensamente feroz en donde el miedo y temor de la oscuridad de la ignorancia llena de virtudes una irracional mentira que muchos en algún momento creímos cierta.

Me rio de los creyentes devotos, y mis disculpas ofrezco si les ofendo pues, ¿qué de especial tiene la humanidad para merecer o ser digno de un dios? Si la razón indica que es el humano, un organismo débil y mezquino que apenas se reconoce a si mismo, apenas se llama vivo por 40 años con una masa de 80 Kg en su ideal, en comparación con una tierra, una roca putrefacta de más de  4 500 millones de años, a la que muchos llaman hogar, de tamaño moderado, de unos quintillones de veces el peso de su huésped (disculpa la mofa) más preciado, que orbita una estrella joven de mediana intensidad lumínica, apenas unas mil millones de veces la masa de su orbitante y que domina un reino simple y común sin anormalidades escandalosas astronómicamente hablando, sencillo en las afueras de un brazo solitario de una galaxia simple en un rincón lejano de un universo activo.
Si la mayor y más importante creación de ese dios es el ser humano, ¿de que se ufana esta mitológica figura o deidad? Si quien le adora no es importante en el universo, ni siquiera es capaz aún de explorarlo, en los cuatro niveles de civilización que la humanidad establece ella misma es excluida y ocupa un nivel cero.
Para no extenderme en argumentos por los cuales he desistido de la esperanza de una deidad, voy concluyendo que la idea de un dios es un placebo mental en donde se busca anestesiar la ansiedad del sufrir por la impotencia humana en una mente doliente,dios, es un invento humano funesto, que mengua el dolor de quienes idiotamente le siguen, serán felices, pero aceptan su ignorancia, dios es la figura mítica más injusta e inequitativa, es la razón de mi ira por su irracionalidad, es todo lo que odio porque veo su efecto en la idiotez humana, es quien miente proponiendo una esperanza que no obedece a milagros sino a la estadística, es quien aumenta la brecha de odio entre los humanos cuando le son negados privilegios que a otros bajo mismos cánones no merecen y cuando son perseguidos moralmente por quienes no poseen mucha, dios  y el fútbol son las dos más grandes estupideces que la humanidad ha inventado pero al menos el fútbol hace felices a todos los del mismo equipo por igual y con mayor razón puedo rescatar más virtud en el fútbol pues para alguien que se dedique a disfrutar de su obra hay allí más belleza y magia cuando un buen espectáculo en la cancha se muestra, pero el espectáculo de dios para los que intentamos desapegarnos de ese mítico embustero es triste, es doloroso, es mezquino, es un lamento más.

Por eso sustento entonces aquel título de antiteo, un ser desahuciado de esperanza divina al que no se le puede decir desgraciado porque jamás nunca gozó de su gracia, un ser que odia profundamente las mentiras de redención de quien imaginó se iba a ocupar de la protección de su felicidad y que terminó lapidando en códigos de represión y venganza.
Antiteo es una posición no de indiferencia o desconocimiento como el ateo, es contrario al teísta, es la negación del actuar devoto, es contracorriente que acepta el odio que la ausencia de atención de su dios le germinó entre lágrimas y fracasos, antiteo soy porque no hay cualidad que pueda ver en dios, y porque anhelo desde mis entrañas que dios exista tan solo para poder insultar en la cara y agradecerle irónicamente por tanto sufrimiento.
Soy antiteo, porque veo el daño que la religión ha hecho en la humanidad, el letargo idiotizante que sus mentiras han podido generar en mentes débiles y con ansias de asistencia.

(en construcción)

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