romanticismo del llanto olvidado

Fascinante y majestuosa atmósfera de romanticismo, un nombre cálido y acido, pasado de vino y dulce miel en los labios de aquella que ahora acude a la sombra de la ausencia...
-Parece ahora que he dejado de ser romántica- con desdén arroja sobre mi abdomen el rizado cabello chocolate y sangre al que tanto me gusta aferrarme entre dedos…
Pongámoslo así, la piel seca con el daño de los delincuentes amores se quiebra como aquella hoja en blanco en la cual podría escribirse las oscuras pasiones producto de fantasiosas ansias de las cuales mis húmedos ojos se vician en su despedir.
Quizás sea yo apenas un remedo versado de aquel delincuente que usurpa la tranquilidad y plenitud de quien a la soledad se ha acostumbrado, jugando entre besos sin compromisos y rodillas goteantes preludio de resacas, pero quizás te veo yo como aquel trozo de flotante madera al que como naufrago me aferro, al que acudo en mi mar inestable de corrientes y amenazas profundas como las gargantas que solía visitar, eres ahora quien conserva el cáliz saciarte de mis labios y la piel en la cual corren como indómitos corceles mis dedos con el único límite de la distancia que nos agobia, eres tú el deseo de mis objetos, la voz de la conciencia que si hubiese me recordaría la dependencia afectiva que tu mirar ha establecido en mí.
Triste razón tienen las palabras que verso en cuanto la inequidad del dolor de cada quien, cada uno es el máximo pero inmensamente comparten la diferencia, juntos en el dolor de mis ansias y tu distancia, distantes en resolución y decisión de nosotros quienes le atesoramos como único recuerdo de furtivas noches que hoy se tornan de ausencias.
Es una constante en mi vida, teñir de mis fantasías mis letras, ardiendo en mi boca salen en busca de tus piernas, temblor que estremece tu cuello y mirar, letras que conjugadas desatan tus recónditos demonios que botón por botón, separan de tu piel aquellas telas que nos pudorizan. Sé que no debo ajustar mis letras, juntar versos en busca del separar de tu moral y pudor pero aún no logro que mis suspiros me abandonen simples cuando a tu nombre acuden mis deseos aunque a mi pena son desatendidos a mi juzgar por la tímida retención de placeres que conservas justificadas en prejuicios morales.
El dolor parece en mi constante, las ausencias que siempre procuré son las de franelas y cubiertas corpóreas que distan mis ojos de tu ardiente piel, el contonear de aquellas caderas no dicen tanto como la sombre bajo tu pecho o la colorida aureola de tu seno, por suerte mis sueños no se amilanan con mi llanto ni mis pasiones con tu ausencia, es tu nombre constante pero el vino y la tibia piel incierta.
Es mi placer una mezcla de dolor, tristezas y alegrías sin ningún orden, las letras son apenas ese hombro que desahogan lo que queda de corazón, son estas letras una ventana por la que parten mis ansias en búsqueda de tu piel, una puerta entreajustada para tu recapacitar, una grito en silencio por virar tus ojos a este despojo de pasiones encerradas y de las cuales tu piel es objetivo.
Este llamado acude a la sombre de tu cuerpo en mi abdomen, contundente abatir de tu frente a mi homblogo sin interrumpir la oleada de mi amor en tus labios, soy tanto como me das, soy tanto como puedo darte, porque tu piel , aquella que anhelo y que se me niega es ahora la ausencia mayor, por lo general así soy, aunque la doble moral de la sociedad me obliga a ser racional y en ocasiones parco ante la indolencia, quizás por ello tus lagrimas son la cereza de mi frustración.
Tus piernas dominan mis pupilas hasta el punto de reconocerles en la penumbra a la que arrojas con tu gélida caricia, te vi convertirte desde al ardiente deseo hasta el iceberg que solo me muestra su pálida pasión, sabes mutar como lo hacen mis misterios, me sabes sorprender, no soy diferente... Las sombras y penumbras nunca me abandonan bajo la piel
Me gustaría expresarme libremente, lo que siento, aunque no sea acorde a la moral y la sociedad intento decírtelo sin más pudor que tus mejillas sonrojadas, pero vivimos en un entorno moralista y no quiero que le elijas a cambio de mí, tal cosa agudizaría mi dolor, reconozco que he dado demasiado a muchas.
He buscado ser feliz con tu sonrisa y por ello acudo a la única moral que me ha dado cada segundo de felicidad de los que se compone mi vida... ¡La segunda!

Nosotros, cuando éramos en nuestro mundo solo nosotros, definimos que es bueno o malo aunque no distingo mucho entre esas dos palabras.

(como siempre solo lo entenderás cuando sea demasiado tarde!)

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