El humanista desahuciado

Yo soy esa fantasía que creo ser, ese remedo del conjeturar maquiavelico del cruce de infinitos meta datos que mi interminable curiosidad se jacta de sin permiso tomar.
Soy tanto como me permito ser, o al menos el espejismo que mi cerebro me hace creer que soy para no llámarme él siendo yo quien le llame yo.  Es algo complejo definir la esencia de lo humano cuando no hay certeza de quien se es, enajenado de la conclusión del antecedente de los recuerdos vividos, es casi imposible no llamarme en tercera persona cuando me refiero al ser biológico reactante que acudo a ser...
¿Soy yo quien habla o soy quien me ordena a decir lo que digo?
Es cerebro y sus procesos son tan excepcionalmente mentirosos que incluso te hacen creer que tu existes, me repito a cada segundo que me/le cuestiono, y no
hay nada más que decirme que aceptar mi dualidad impuesta pata no conocer la complejidad del conocer el ser que quizás pueda llámarme yo.
Estas funciones superiores cerebrales son quieres me permiten conocerme sin definirme y ocultar la angustia de mi reconocer el código maestro de razonar con la existencia del yo aparte de mi ser, desligar el intrincado bastión de información recopilada a lo largo de mis 20 años bien vividos (los demás son aquellos mal vividos de los cuales me enorgullezco) y que inundan mi proceder de los códigos pseudo Morales que aún se resisten al destierro e impiden la libertad animal de sentir y expresarme bajo códigos biológicos.


A pesar de la cercanía, se crece con la dualidad del yo y mi cuerpo salvo que es imposible desligarlo de un ser mismo, quizás sea por la función reflexiva de auto escucha quien parece ser un ente que configura una segunda persona evaluadora del proceder que a futuro trasciende en la conciencia y por desgracia es condenada a la moral. Ser uno u otro siendo ninguno sino uno solo que crea ambos campos vistos desde lo inexplicable (instinto) y lo reflexivo (la moral, conciencia, códigos sociales) que explican engañosa pero sencillamente las experiencias reflexivo-corporeas típicas de quien cuestiona el existir y el trascender. Cada uno intenta explicarse a si su proceder dándole a cada otro su función y reconociéndose individualmente  como el controlador de dichos actos y esta es otra de las convoluciones naturales que disfrazan la realidad de la que cada ser es responsable mediada por la inoperante y mediocre virtud de representar el mundo a partir de sentidos.
El mundo no es como se le percibe sino como cada sujeto es, es la proyección y mediación de los saberes y sentires, del conocer y el desconocer que obliga al inventar a partir de la percepción. He aquí quizás el origen de la religión, el desconocimiento y la intranquilidad del desconocer a certeza la mediación entre "el yo" y "el mi" que requiere del aceptar de la impotencia biológica y la poco prometedora carrera por develar los secretos de lo inteligible.
(en construcción)

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