¿Cuál es el sonido del silencio?

¿Cuál es el sonido del silencio?

Ya parecen costumbre aquellas preguntas simples al lector pero estridentes al ávido curioso de aquellos cuyo valor excede los números. Sin embargo no puedo enmudecer ante la fascinación de tal pregunta.

El sonido es una onda mecánica longitudinal cuya frecuencia oscila entre los veinte y veinte mil hertz, rango audible por el común de los humanos, el sonido tiene funciones comunicadoras, recreativas y hasta hipnóticas. La música como conjunto coherente de ritmo y coherencia, con un juego de melodías y silencios hace de las bestias dóciles y mansas como a bien se aprecia.

Siendo silencio contrapuesto a sonido, podría ser ilógico pensar que uno le contiene a otro, sería como preguntarse por las sombras de la luz o el color de un espejo, preguntas que se responden con pasión y fantasías latiendo en el fuego del brillo del amor sincero pero por ilógico que parezca le contiene a razón de que la razón le acude.

Los sonidos dan manifiesto a la vida, al conocer de la mente de quien increpa, mortifica y retuerce en fantasías la propia. Los sonidos completan el filme mudo que nuestros ojos osan sesgar a su amaño contrastado con nuestros temores, complementan el matiz de la paleta con que sonríe nuestros labios o lloran nuestros ojos de frustración o alegría sin determinar exclusividad en su ejecutante.

Pocas personas en manifiesto reconocen su temor al silencio. Pocos sostenemos abiertamente en él la angustia de la incertidumbre o la felicidad por el sonrojar de las mejillas de aquellos seres cuya vida es quien da sentido a la nuestra, ese temor es comprensible, comprenderlo es lo complejo, pocas veces la vida se deja leer, es como lo son algunas miradas: enigmáticas pero hipnóticas, elocuentes en su silencio.



El silencio entonces es estridente, el silencio se escucha allá en lo profundo de las turbias claridades que sólo un ser apasionadamente tormentoso puede conjurar para sí, el silencio ensordece y acalla con su voz los vacíos de ausencia ajena al ser, el silencio en ocasiones tortura tu latir por el remordimiento de los actuaries libres que no siempre salen como desease, y es el error la esencia y punto de partida de la reflexión que nos hace vivos. Aquellas esencias a veces se tornan turbias pero tan solo son oscuras y lo oscuro no siempre es malvado, tan solo desconocido. El bosque es frío y tenebroso porque es tan lleno de diversidad que la simple de la luz no le colma. Algunos seres se dedican a opacar pero a veces los temores de cada uno absorbe tanto de los demás que puede ser peligroso incluso para cada quien.

Las maquinaciones propias pueden entonces contener tras pupilas y entre tímpanos un sonido, aquel que corresponde al silencio, sin haber siquiera perturbado el medio, sin pronunciar vocablo o vibración percibible, el sonido del silencio es aquella voz inquietante, inacallable que jamás miente y desborda en verdad, razón y hasta reproche, el sonido del silencio carece de las cualidades de sonido y sin embargo es más audible que la realidad o el latir de tus segundos, el sonido del silencio se llama conciencia.


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Avanti

Si por desdén o ambición indagas por cómo llamar entonces la ausencia del sonido, la respuesta entonces no será otra que paz!
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