Llueve

Llueve.

Son horas los días que de pie frente a tu puerta aguardo por verte salir …
Afuera llueve y las gotas lavan aquella puerta de metal frío como tu mirada cuando se dirije a mi imagen y no alcanza a lavar las lágrimas que tanto desgastan mis mejillas y cuyos surcos tatúan tu nombre en la piel que antes ardía por tus labios.




Cada mañana veo salir tras de ti mis suspiros y me acongojo de no ser el guía de tu mano ni el aire que juega con tus frágiles vestidos que tanta gracia mostraban cuando sucumbían a la gravedad y mis deseos, lamento en la distancia verte caminar sin mi compañía ni mis sombras de aquellos miedos atados a tus tobillos cómo aquel delfín que yacía en el reposo de mis más profundos besos.
Cada tarde a la distancia veo aquella sonrisa entre tus labios dirigirse a tus cercanos y recuerdo como aquellos caprichos de tus incisivos marcaban mi piel con mi regocijo mediado. Verte sentada en aquella banca con reposo en aquellos extraños hacen de soledad aún más vacía compañía que invoca mis más oscuros temores.


Ahora en el ocaso casi vi el carmesí de aquellas nubes que ya no arden en mi pasión brillas en los ojos que cuando se cerraban de un suspiro o dos guiaban los míos más allá de mis fantasías.
Ya a oscuras te vi entrar, cruzar el metal con la sonrisa que llena el vacío del corazón mio aunque su origen y flama no obedece obedece mi nombre, ya a oscuras te veo a la distancia postrado en lamentos frente a tu casa, tras aquellas palmeras que antes daban eco de nuestro amor y que ahora solo ocultan mi desdibujada silueta pálida y seca aunque la lluvia la cubra cómo de lágrimas mis mejillas cuando dentro de mi por tu nombre llueve.

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