Cartas de amor: 7 El viento juega en mi oído con el suspiro de tu nombre.

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El viento juega en mi oído con el suspiro de tu nombre.


Hace tanto sin saber de ti que el rizo de tu cabello se diluye en cada nudo en la garganta a la hora de que tu nombre se mezcla con mis lágrimas, tu piel, aquella húmeda que escondía tu ropa, aquella acaramelada manzana en la que posé mis labios sobre los tuyos mientras tus piernas se aferraban a mis oídos como mis manos a las infinitas curvas de tu cadera, aquellas noches junto a ti… tantos recuerdos llenos de mis suspiros ahora vacíos que no te tengo…



Cada paso que doy se orienta a seguir aquella sonrisa pasada de lágrimas en la distancia por aquellas Tristezas que no he podido evitar en ti, cada movimiento de mis dedos recuerdan como suspirabas en ellos, cada beso que el aire me roba tiene el brillo de los labios tuyos que tanto desgastaste en mi piel, cada súplica de amor va dirigida a mi almohada, que queriendo ser la tuya me recuerda como te aferraban a ella la noche en que furtivo me invitarte a pasar a pesar de que no estabas sola, cada una de mis sonrisas quedaron congeladas en el tiempo hasta que por casualidad o fortuna, fortuito azar, vuelvan a mí aquellas miradas cómplices en las que la malicia de tu edad y la fascinación de mis fantasías eran tan elocuentes como estas cartas mismas.




El aire que llena mi pecho no me llena de vida desde aquella noche en que tu suspiro llenó mi latir de esperanzas y sueños que ahora latentes aguardan la hora en que vuelvas a mis brazos, aunque sea tras la sombra o bajo el manto de dos desconocidos, cuento los segundos para volver a tenerte tan cerca como aquellas noches en donde las las escalas frías me guiaban a tu cuarto, Anhelo volver a ser cuanto era de tu mano, volver a ser echado por el avasallador resplandor de tu mirada aunada aún a sonrisa pícara y palabras inconclusas susurra das con la más clara intención de usar la oscuridad como escudo. Hoy tras meses de sentirme lejos de ti puedo confesarte sin temor al frío desdén de nuestra distancia que mi corazón aún late por ti, que mi piel aún aguarda por tus labios y que los míos nunca han podido olvidar aquellas noches en donde uno a uno tus botones daban paso a mis demonios que se apoderaban de tu inocencia y te hacían arder emanado aquel elixir del que Anhelo de nuevo beber…

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