Juzgar.

Cuenta el mito que aquel hombre de apariencia muy distinta a la que el renacimiento nos impuso por temores y egocentrismo alentó a la muchedumbre a lanzar la primera piedra a aquella adúltera al sentirse libre de culpa, libre de cualquier sesgo de envidia y reproche a sus propias frustraciones…

Emitir un juicio irresponsable sobre algún acto calificado de pecado es casi que una voluntad humana, es innato en el ser cuestionar los comportamientos ajenos más cuando prestan una satisfacción emocional y/o física mejor que los actos de los quien le juzgan.

¡Juzgar es el desahogo de quien envidia! 


Parece que el hecho de juzgar al otro es solo la compensación producto de la comparación entre los errores del otro y los propios, asi:

  • Emitir un juzgamiento de reproche y condena por acto alguno demuestra que aquello juzgado supera en algún modo los deseos internos y demuestra que los propios actos, vistos como falla o acierto, no sacian el sentir y por ello se siente agredido, humillado y menospreciado el ser juzgante por no haberle saciado como aquel acto que se pretende juzgar. A causa de esto se emite el reproche del juzgamiento en compensación a la desventaja, minimizando las causas y las motivaciones del acto y maxificando la desaprobación moral tras el ruido del vocifero moral y doble en busca de quien le acoja como mayorìa, para que, tras la suma de jueces, que yacen en la frustración, se aúnen sus actos de pobre satisfacción e intentar menguar la dicha que trae el acto por juzgar a su ejecutor perseguido.


Asi como para mentes debiles, tu juzgas cuando no comprendes las motivaciones y además, luego de compararlas con las tuyas te das cuenta que su error, que su pecado, es más placentero que los tuyos y para reducir la desventaja de placer en la que tu frustración te arroja, juzgas respectivamente intentando compadecerte de ti mismo y de la poca saciedad que te aqueja.

Miro el rostro de quienes luego de saludarme emiten juicios acerca de mis actos, nunca se han motivado a entenderlos y menos aún, a disfrutarlos, juzgan una vida agitada, llena de emociones y pasiones sentados desde la barrera de una cama fría y piernas frígidas, desde la ignorancia, desde la envidia… son como patos que critican la grulla: en su estanque, sin arriesgarse a volar, a migrar, y lo hacen tan solo por el hecho de que la grulla bien puede posarse en la superficie de su mismo estanque, alimentarse de los mismos peces quizás y además lucir mejor que los simples patos cuando están a su nivel, lo hacen porque es el único momento en que pueden mirarle horizontalmente, ya que cuando la grulla sueña, vuela libre y migra está viviendo un desenfrenado frenesí de pasiones, de lujuria en el vuelo de las noches y estos frustrados patos tan solo podrán verlos pecar, según la mirada del pato, con màs gracia y satisfacción que los lánguidos vuelos que un torpe pato puede hacer obligado tan solo por la migración y no por la exploración completa de su ser en el entorno.





Lo mejor de que me juzgues, es que demuestras que he vivido más pasiones que tu, he reido de corazón más veces que tu y mis suspiros han sido más profundos … que aquella piel que pude tener aún me recuerda casi tanto como mi nombre en tus recuerdos de odio y envidia, que aquellas gotas de placer y que las noches oculto de la vista de la moral valen tanto la pena como aquellas estrellas que aunque sacrìlegas pude ver en el brillo de sus ojos, en el brillo de su piel desnuda en mis manos y que la calma que pertubò su gemido en aquellas noches no te deja estar tranquila porque aquella amargura que acompaña tu idiotez te aprisiona de temores y te relega a una vida fría y llena de vergüenzas y de oportunidades perdidas por miedo a equivocarse, llena de segundos muertos sin orgasmos ni emociones irracionales, y no te deja estar tranquilo porque no lo has tenido, no lo has vivido!

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