Despertar a tu lado: amantes temerarios.

El sol intenta acceder por el hilo abierto de la ventana, por la cual la luna bañó igual que yo de luz blanca y en esa todo tu cuerpo toda la noche en la que desataste y fuiste presa de mis demonios.
No salgo de mi sueño cuando y estoy dentro de tu boca, apenas si abro mis ojos para reconocer tu cadera cabalgante que tantos de mis besos contiene, ni siquiera el tibio lecho de nuestro encuentro ha secado tanto desborde de lujuria y la devoción de tu garganta por mi fuerte y rígido  amor ha comenzado a emanar inviernos de gemidos. 
Me tomas en tus manos y labios, indefenso y dormido, para hacer de mi un torbellino de emociones, presionas tus rodillas y codos a las sábanas ahogando mi respiración con tu húmedo vientre, bailas para mi con rl único fin de negarme respirar algo diferente a tus gotas de pasión. 
Sin lograr normalizar mi respiración veo el brillo del son sobre tus formas perfectamente tensas y abatibles, el mismo sol que reclama un poco del calor que abrazan tus piernas, el mismo sol que al igual que mi lente anhela registrar cada uno de las desesperadas y rítmicas oscilaciones de tu vientre. 
Me despiertas de la forma más placentera en que un amante puede serlo, bajo la indiscreción de la luz del día y sobre aquella piel anhelada que contiene el fuego de la pasión insensata y profunda del amor sin razón, de la pasión oscura lujuriosa y temeraria de una pasión oculta. 



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