UN CUENTO DE ALAS ROTAS
UN CUENTO DE ALAS ROTAS
"tal vez no halla peor preso que quien de sus temores"
Sucediese en un solo instante, cuando el tiempo era
apenas un bebe, fue mágico y extraño para esos calendarios de hadas y designios
celeste.
Las luces del bosque jugaban con seres que hoy
eluden nuestras miradas e impulsan nuestros sueños…
Las melodiosas risas inundaban un pensamiento mudo
y la felicidad hacia desbordar el corazón curioso de katsumi, una hermosa
joven, que casualidad o no vagaba por senderos vividos de colores alucinantes.
Cuentan quienes escucharon esta historia que mas de
uno de estos colores se perdieron con la inocencia cuando poblamos el reino de
verdes azules sueños.
Esa tarde, katsumi, recolectaba frutos con sus
tiernas manos blancas, extensión de su pureza y bondad, y disfrutaba de aquella
vista de ensueño que cobraba mas vida con cada paso que daba por el sendero
mientras la brisa jugaba con su largo y negro cabello.
Una voz, entonces, emergió trémula de donde ella no
pudo ubicarle y repitiese su nombre tantas veces como miradas lanzo la bella
joven y quien al no hallarle le contesto: "¿si?, ese es mi nombre, y el
tuyo supongo que conoceré" y en tanto un silueta se tornaba tras ella
sintió como un enjambre de luces simulaba a tales horas el rocío matutino que
la noche otorga a las plantas del bosque.
"he visto como recolectas esos frutos, y me he
detenido ante la delicadeza con que lo haces, pareciera que en verdad les
amases" dijo tal voz dulcemente y como ninguna otra oída por ella, y
prosiguió: "Ike, así me conozco y nunca te había visto tan dentro de este
bosque" con voz quebradiza y muy delicadamente asintió y pregunto:
"no me harás daño, ¿verdad?" una risa infantil y pura se escucho
"hay seres mas peligrosos por aquí de quien cuidarme" y mostrando su
ala rota fijo su mirada en las hadas que giraban en torno al vestido púrpura de
la joven y le invito a seguir adelante.
Caminaron esquivando preguntas temerarias creadas
por esas heridas y rasguños que en sus harapos ostentaba el alado y grato a la
compañía ser.
Era ya tarde, pero la joven bella no temía al
bosque ni a las tantas otras historias que como esta se habían escrito de estas
tierras.
Al llegar al lugar mas iluminado del bosque, donde
la luna se reflejaba cual espejo en el lago, tomaron descanso y entre
explicaciones de las relaciones que ya existían entre tantas criaturas la joven
se quedo dormida.
Estaba ya la joven en su cabaña cuando despertó y
supuso, sobre las dudas de la tal experiencia, que todo fue un sueño.
A la siguiente luna, como de costumbre, aquella
continúo con su recolección cuando un ser aun mas extraño se le acerco,
"seguidme!" y hecho a volar con la gracia que poces aves conservan
hoy en día, y ella, temerosa, se adentro hasta llegar a las afueras de un gran
fortín de roca.
"allí esta el, ¡y te necesita!"
"¿quien?" dijo ella y antes que algo pasase se vio en medio de unos
seres que por su actitud no eras mas que custodios, y entonces, aquella dueña
del bosque, de la que Ike le había advertido, le tomo por prisionera.
Luego de excrutiñarle y reprocharle su intromisión,
y conducirla a lo más alto de la torre aquella joven fue dada por reo peligroso
para la estabilidad de sus dominios por Iroshi, bruja de temple y dueña
de cuanta magia deambulaba por el bosque.
Era increíble como sin mediar acusación y por el
hecho de deambular libre por el bosque era catalogada de forma tan in mesurada.
Recordase, aquella frágil y bondadosa joven,
palabras que apenas ahora eran claras: "soy libre no por volar, soy
perseguido no por pensar, soy yo no por lo que hago por mi".
Vio a lo lejos cal cuantidad de seres esclavos de
su rutina, hadas caminando de la mano de sus errores, sueños arrastrados a
cuestas pro pequeños, lapidas de iniciativas y cementerios de ideas.
Aquella bruja potestaba sobre bellas sobre bellas
almas, sonrisas encadenadas a sus bruces, afectos en la cochera y una figura
muy familiar, "Ike!" Le llamo con su mirada, pero en ese momento un
gesto melancólico y vergonzoso le hizo callar: "¿sus alas? no las veo bajo
sus harapos", pensó para si, de hecho nadie, hadas, sueños y tantos otros
no llevaban luz, alegría, ni siquiera alas.
Confinada, a solo una pared circular y una pequeña
ventana, sintió deseos de volar, desease tanto que una inundación de luz
descubrió sobre su costado un par de aterciopeladas formas que distinguiose
como alas, y se dijo "no puedo creerlo, si acaso…" cada sentimiento
de compasión y bondad se adosaban sobre estas y movida por estas hecho a volar.
De inmediato la bruja dueña le dio alcance pues sus
torpes movimientos no le dejaban avanzar más que el vuelo pálido de un
aeroplano de papel.
"tal crimen era quien la tenía allí"
entendió.
"renuncia a tus alas" le grito aquella
intransigente mujer, "¿Qué seria de mi reino si cada quien aflorara tales
ideales y sueños?" para lo que la joven sapienza de katsumi respondió con
un aliento sobre aquellos que desde abajo atentos observaban: "¿Qué ha
pasado con vuestros sueños, por que les endosan a quien les condena a la
tristeza del suelo?,¿Por qué sacrificar vuestras vidas a cambio de oficios de
servicio a quien solo castra vuestras metas?", Ike, habíale contado como
las criaturas, debían servir a cambio de protección contra amenazas que fuera
del bosque habitan, temores y desdichas narradas por aquella ostentosa mujer, y
fue este quien en desafío extendió sus heridas alas y hechose a volar , narrando
a cuatro voces que aquellos miedos , aunque reales, solo oprimían el corazón
libre de cada ser del bosque , y que si no se atreviesen a enfrentarlos
rechazarían la oportunidad de sentir el aire en su rostro, de jugar con sus
sueños, fantasear con sus sonrisas y acariciar la tenue luna que noche tras
noche clamaba su compañía , esa magia que haría que cada fruto del bosque
rebose de néctar, dulce energía plasmada de aquellas criaturas.
Hasta ahí se supo del reino atemorizante de esa
mujer y jamás oyese de un ala herida o un sueño frustrado.
Aquella mañana en la que katsumi entendiese que
suprimir tales sueños, encadenar cada alegría, temer a los demás eran como
esconder sus alas al punto de desconocer aquella virtud de libertad que incluso
aquellos que vivían fuera del bosque poseían, que negarse a soñar era como
condenarse al suelo, que esconder su alegría era negarle la alegría a los
demás, esa mañana le dio todo lo que por temor nunca había tenido.
No se necesito un líder, no se requirió quien
dijese como vivir pues cada criatura libre y consiente de su felicidad jamás confundió
la felicidad propia con la opresión a los demás y nunca requirió esclavizar a
otro para hacerse feliz.
Jamás se supo que
fue de este bosque luego que los temores del hombre, su avaricia y su
despiadado e in mesurado proceder pobló la tierra.
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