Ventana al alma : ráfagas de miradas

Una luz tenue que transfigura la forma de pasión que se desborda en placeres refleja en la caoba madera el agitar de los arraigados deseos corpóreos y llenos de afrodisíacos gemires. Luz que mis pupilas apremian tener tras párpados, luz que nutre el sentir de mi gotear entre mis dedos. Verles son casi idílico y supraterrenal, de gusto de descubrir el bello corpóreo erguirse ante el tibio gemir de su par sobre sí, extreme ciento la piel propia y ajena con sus labios y mi mirar, pupilas propias puestas en ella y las suyas en el guiar de mi disfrutar, parecía que me guiaba con su mirada acerca del dónde poner la mía, centrándola en la mágica ventana a su más puro sentir, ventana lustre de sus gotas de placer, pedestal desde donde mi anhelar me clama.
No comprendo muy bien la dinámica del aire que corre libre entre sus cabellos, difícil describir cómo no se enredan con el frenesí ardiente del pasional de su besar entre sí, cuerpos rotando sin control de la moral acelerados por sus dedos y el fluir entre ellos, ya ni alcanzo a encontrar un superlativo que se ajuste a la magnificencia del intercambio de placer de aquellas dos deidades. Aquellas dos, ya me tenían como lente, nunca mostraron el temor del alcance de mis dedos, ni menos a la intención de mi deseo, dedicaronse al intercambio de pasión, brindándose mutuamente el reconocimiento de la necesidad humana, de la premura ya afán de quien desea aquella piel inalienada, y aun así, yo era aquel espejo en que ambas se veían reflejadas en las pupilas del deseo propio de sentir que el fuego de la lujuriosa ambición de poseer aquella piel deseada, yo fui entonces aquel brillar del reflector de su pasión, el televidente remoto que con su suspirar promueve el desarrollo de la escena, Fui a más de ello para mi fantasear el camarógrafo de él gráfico transcurrir del entregar lújubre de cada piel a su par. Afuera llueve y los relámpagos invaden su morada como lo hice tras su invitar, el pálido has de luz se resbala entre las sombras con gracia perfilando los detalles de sus cuerpos cada vez más desnudos, cada vez más húmedos y cada vez más deseados por mis labios, aquellos que son reprimidos por mis dientes a cada obtusa de mis pupilas, fotografías de geométricas formas, angulares y redondas, goteantes ardientes entre luces, sombras, madera y vino, el sonido del trueno hace vibrar el cristal de la ventana muda y yo me concentro en el marco de sus pares de rodillas como rectas esquinas del marco mutuo de la húmeda sinceridad humana, diagonal trazada por algún dorso que poco distingue en dar y recibir placer, el aire agua las cortinas con menos gracias del que sus caderas enmarcan la mirada de su par y sus vientres arden fulgurantes de delirio.
Cada una de sus miradas indicaban el desahogar de mis penas, me guiaban claramente acerca de lo que en verdad deseaban que registrara en mi fotografiar, aquellos ojos me muestran sus intenciones pero son y fueron aquel cuadrilátero de pares de puertas adosadas al aire y sostenidas en su pasión quienes cual ventanas me dejan ver las translúcidas pasiones que mueven una piel pasional presa de su deseo de lujuria, descripción gráfica del revelador del sentir humano, sus piernas apenas alcanzan separaciones rectangulares pero proyectan en mi sentir más de una infinidad de placeres y sentires que pocas gotas alcanzan y que muchas sórdidas mentes procuran, es su gotear el alfabeto de las pasiones humanas con el que transcriben en mis párpados el verdadero motor de la humanidad:su pasión, su lujuria, el fuego de su ser.

Piel sobre piel de tumbos por la madera a dar sobre las huellas gotean es de si mismas, giro tras otros la secuencialidad de los rostros y extremidades conmutan pares aleatorios con encuentros poco expresables en público, conjugadas partes corpóreas que el geométrico esferismo de las caderas contrasta con la angular ida de cada trampolín de palabras como han de llamarse le a tan hábiles lenguas, aquellas que profanan el interior sacrílego del placer mundano, acróbatas antinatural es que solo el deseo y la necesidad de entregarse y darse placer apura, marionetas de los deseos profundos, sed inagotable guardia del desértico mar de realidades que mis fantasías demandan soy ahora premiado con el estallar sincrónico de su saciedad mutua,
son aquellos cosecha del fruto de sus pasiones sin haberles arado, sucinto sonreír propio de agradecimiento por brindarme tanto placer sin apenas sentirle, más cuando dispongo a respirar, ambas miradas como felinos en su presa se dirigen a mi ser, lentamente se acercan imitando la cacería indómita de la ineludible lujuria, soy ahora presa de mi deseo de ser cazado y sucumbe al recorrer del juego de punzantes uñas desprender mi telar!

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