Ventana al alma : platicando en la sala

Agitando las llaves que saca de su bolso, me empuja tras abrir la puerta. No alcanzo a quitar mi mirada de su escote cuando me veo dentro de la desconocida hoguera de deseos ajenos y apenas reconociendo las formas de quien sorprendida cubre un poco su ser después de saludar a nosotros quienes enfrentamos la intimidad de su placer ahora cara a cara.
"aquí en la puerta, este bastando empuñando su admiración por ti te toma como objeto y a través de la cerradura te observa con el descaro de la sombra y disfruta de la piel que encarna tu sentir... Pero supongo que eso ya lo sabías! ", como un estrepitoso regaño de madre ha dejado el eco en las paredes de la sala. Asombrado ahora estoy, no por la injuria que tan falsa no fue, pues, pocas veces había disfrutado tanto del sigilo evidente de mis disfrutar por la cerradura, sino por la inclinación plausible de su mirar cuando asintió con su hermoso rostro, ello confirma la intención alisado del acto mágico de placer que me brindó.
Lentamente gira, dando tres pasos se aleja de nosotros, los conté en los largos segundos que los dió, contrayendo firmemente sus caderas redondas y proporcionales a la majestuosa esfera celeste de la curvatura de la luna en menguante, giróse aún más lentamente liberándose de su pudor e intentando controlar la inercia circular de aquel movimiento en las proyecciones de su corazón coronadas con aureolas que lucían de tal majestuosidad como el chocolate más exquisito al paladar y afinando un poco la voz le replicó por tal reproche, con la vergüenza del hacer pero con la descendía de ser fiel a su sentir le explicaba mientras rondaba a distancia invariante de mi la naturaleza de su sentir, el ardor de sus entrañas proyectadas gota a gota en sus puertas, jamás escuche un ángel confesar sus demonios y decir que cuyo pecado es sentir más de lo que puede contener la doble moral y la apariencia funesta de una sociedad viciada de escrúpulos y frustraciones, que juzga la desnudez y cubre de tela el sentir y expresar de la vida misma, era mágico ver girar las estrellas en su entorno cuando al ejemplificar el cómo vestirse es mentir por medio de la sombra fría que hace su lámpara en la madera del suelo adosando sus hábiles manos para generar diferentes formas que por ocasiones no concordaron con su realidad, esa sombra proyectada acude a la interpretación del que le mira pero, que no necesariamente es sincera con el sentir de la firma que es dibujada, la conmutación de las flores en un ramo solo decora pero poco dice del sacrificio de la flor que es desprendida de su savia para dar gusto a quien le cree pertenecer, solo la piel al vuelo de fantasías en su desnudez revela el majestuoso sentir de quien le disfruta y eso sin caer en el estereotipo de belleza concurrente en el círculo de admiración que le contempla, pues al sentir verdadero, al gotear de los amantes poco importan medidas y estándares en relación al fuego del alma que es liberado junto con la ropa.

Los tres callamos de momento y de seguido mi adoración por su piel libre mundo me deja cuando era sugerente que me pronunciara... Por fortuna el silencio no prosperó gracias a los labios de ambas: una a la otra se le arroja en un beso demostrando la alabanza a su explicar, hecho que hizo mis labios sucumbir ante mis dientes...

Ver contrastadas a mis hermosas desconocidas en un derroche de juego de labios y manos completas, opuestas en condición y semblanza además de formas, tallas y colores...  Lentamente una a la otra desconociendo mi presencia libera de la mucha o poca tela que oculta moralmente la pasión de su sentir, como si al igual de mi ser odias en la ropa como represora de la personalidad más primaria del ser.
La luz que ingresa por la entreabierta puerta me recuerda de la condición de intruso en su cielo y cuando me acerco a esta al unísono ambas voces distorsionadas por el enredar de ambos pares de labios tibiamente me preguntan "¿en verdad quieres irte?" para lo que sentir y brazo húmedo no me permitió más que un tímido sonreír, cerrar la puerta y de espalda a ella, atónita mente inmóvil y sin parpadeo alguno en jugar mi satisfacción de verles continuar. 

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