Mis monedas de $50

Mis monedas de $50¿Quién no ha mirado con cierta discordia los vueltos al sentir aquellas menospreciadas monedas de $50?Pequeñas, delgadas, livianas, relegadas a una única dulce adquisición, que a muchos representa no menos que un almuerzo al cambiar el amargo de la jornada en su boca.Parece que la hermana mayor de mismo apellido, es la única que, apetecida el domingo de clásico, es quien virtuosa función cumple al establecer comunicación ante el airado e impotente espectador y su apático y a veces neutra parte rectificadora en el campo pues su cuerpo y masa en contraste con su valor representativo les hace idóneas a tal encargo (lanzándoselas al árbitro).Y es así, no valoradas por lo que son o representan, que mis monedas de $50 hacen procesión en el bastión vencido de mis bolsillos, mas aparentes en cantidad que de valor podría decirse pero tan únicas como las mellas de su acuñe en ella dejó.Menos tiempo del que llevan el mal y el bien en disputa por mis actuares, les he venido atesorando y es en este arqueo de caja menor en donde les recuerdo y devuelvo el esmaltado brillo que el emisor había puesto sobre tantas cuantas y aunque no es de pesar ventilarlas bajo esta niebla de vino, un par de velas e intoxicantes vapores que desde el interior de este cuerpo enajenado huyen, sí es de cuidado su bautismo.Sabatino sol de colores metálicos y pasionales literatos aires de confusos y nuevos aromas, latidos al pensar extintos, desbordantes de sueños presos y espera para otros incomoda, hoy, tras el cristal cicatrizado, se posaban majestuosos encubiertos entre calurosas sonrisas y cabellos de fértiles sueños, retos como reflejos tanto de mi sentir como de mi desear. Un cruce de necesidades, tan diferentes éstas, tan CONTRASTANTES COMO EL CAMPO DE BATALLA que nunca le interesó cabalgar, tan cruda una y tan literaria la otra, desfiguradas éstas al punto de hoy no saberse dibujar cada una en su lugar ni obedecer a su creador, un cruce que por no decir mucho enlazó caminos de una manera más ágil, cruel y estética que la propia de un maestro de alguna de las disciplinas oscuras orientales.Y no con menos gracia de la esperada por cada una de las duales partes inmiscuidas por cada figur6a alada que bañaba en pétalos de ilusiones aquella nueva treta de la rueda tosca que rige los designios de los bípedos ciegos que aún confían en corazones incluso careciendo de uno.Así fue como te conocí, esas sonrisas fogosas, esas tardes tras la sombra de un museo, esos pálidos recuerdos pintados a brusca brocha ahora parecen deflectos de luz tras la lluvia y aunque sin afán de comprender a su par, caminaba mi agónica alma por brechas cristalinas de vibraciones olvidadas.Hoy por hoy, los precios carecen de la circular forma al completo de unos miles y no importa cuánto peques, tus vueltos pueden llevar estas monedas que incluso vos me devolvías como las sobras de mi pago, como entrega que mi fortuna pudo exceder y allí les guardaba, allí les tomé como compañeras en mi triaje y tomé de allí, valerosos empujes, ofrendas a vuestra majestuosidad y con la sonrisa de vuelta consideraba la maniobra más benéfica que mi odio por los mercados pudo brindarme y traté de no asociar con la mofa el brillar de tus dientes.Pareció que cada cosas que ofrecía tenía su contraparte más fuerte que su misma esencia, pareció molestar más la acción que la omisión pero gracias al mercado, mis vueltos, aquellas monedas, me fueron dadas y a cambio de la frustración de mis siempre erradas adquisiciones mis monedas de $50 se zambullían abatidas en un dril profundo capaz de quitar restricción alguna a tus renitencias.A cada sueño abrupto, mis monedas de $50, lo único que quedaba de mí actuar puramente por convicción y bohemio hacia ti, fueron acumulándose noche a noche en un rincón de una banca rota. Les fui conociendo y reconociendo y hasta otorgando nombre y semblanza a según cada actuar reprochado correspondían: el riesgo jamás para mí corrido, el sol y el agua que nunca compartiste, el ruido de dos copas ridículas si mi huella llevaba, el glamour que tanto degusté y tanto reprimiste…La ironía de mis frustraciones no conoce límites: “que se niegue lo que deseas por quien deseas solo a ti…” Y enfatizo, solo a ti…Ironía soportada por la insolvencia emocional movida por la liquidez de años recolectores de mis míseras monedas de $50 que ahora suman millones.

Ahora el peso de mis monedas, mías porque me las diste a la par de tus negativas y rechazos, me hace caminar más lento a tus deseos, limitan los pasos que doy en tu dirección y más aún me inclinan a aceptar el apoyo de aquellas que cansadas de mi sufrís me extienden sus brazos y rodillas enteras para alivianar mis frustraciones y depositar en las más que mi confianza.
Fuiste tu la que sin cansarse de brindarme rechazos me fortaleció con aquellas monedas que hoy suman tanto como el valor de escribirte con lágrimas que luego de hacerte implicado tanto tu placer hoy por fin encuentro el mío, en aquella piel de caramelo que humedece mis fantasías así como mis dedos y que hace brillar el sol de mis alegrías oprimidas, aquella mujer ahora encuentra en la pérdida de su moral mi felicidad completa y a diferencia de tu deber social de reprimir mis deseos, los potencialidades y hace ver mis pasiones más oscuras el pálido resumen de cuanta fantasía esta dispuesta a realizar tan solo por verme sonreír.. Por ella y el deseo que le profeso, y gracias a tus monedas aprendo que una simple gota de agua con la constancia de las horas labra una montaña entera!
Puedes jactarte de su moral, ella y yo solo buscamos perderla para así encontrarnos!

(en construcción)

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