Indefenso agresor.

Paso a paso su estribillo macabro, silbido de confianza, acercándose a su víctima, esboza aquella sonrisa gira que le caracterizaba en sus noches, sentada indefensa, junto a sus pies sobre el escabel se posan su prendas, las mismas que ella había entregado sin necesidad de algún esbirro qué con antelación preparara su ánimo.



No contó entonce con que aquella indefensa sólo aguardaba a que la presa se acercara para obtener su trofeo y así darle uso al multicolor pozo destinado al escabeche donde reposan los recuerdos de sus noches de lujuria.

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